¿Nos quedan héroes con los que hacer literatura?
En la antigüedad, los héroes eran representados como sobrehumanos, con cualidades y características excepcionales. Un ejemplo claro sería Gilgamesh, un personaje mítico que representa este tipo de héroe. El objetivo de estas historias épicas era demostrar el coraje, la fuerza y la valentía de las figuras en las que creían las personas de la época, influenciadas por la religión. Además, otra característica de este tipo de personajes es que eran vistos como héroes por encima del resto de personas, percibiéndolos de manera totalmente deshumanizada.
En la Edad Media, estas historias épicas evolucionan hacia una tendencia más cristiana y caballeresca donde el héroe era mostrado como defensor de la justicia, la moral y el honor. Esto se puede ver claramente reflejado en El Cantar de mio Cid donde el objetivo de las historias que se cuentan es dejar una enseñanza en el lector. También, estos personajes eran vistos como modelos de las virtudes cristianas y caballerescas y estaban más humanizados.
Sin embargo, en la actualidad los héroes han tenido un claro declive debido a cambios sociales y culturales. Los héroes se han convertido en figuras mucho más cercanas y vulnerables con los que muchos pueden identificarse por la cercanía de estos, pero estos héroes han sido traídos desde la inspiración en textos pasados.
Siguiendo con la realidad, lo que sucede es que ya no se idealizan las figuras políticas como se ha hecho desde siempre, sino que debido a los avances tecnológicos y sociales son vistos como cualquier otro tipo de trabajo y, así, deberían seguir siendo vistos. Lo que ocurre es que crear una imagen perfecta de los políticos sería erróneo ya que estos pueden cometer errores o, incluso, realizar acciones cuestionables.
Siguiendo el contexto actual en España por los escándalos recientes en Valencia, nos damos cuenta de la realidad de muchos políticos. Si siguiéramos a estos como si fueran héroes perfectos estaríamos arriesgando nuestra libertad, forma de expresión, ideas individuales e, inclusive, la vida.
La realidad es que la falsa imagen de perfección puede hacer que algunos políticos la aprovechen para desviar la atención de lo que realmente importa: sus acciones y su intención con estas.
En conclusión, la evolución del héroe es clara debido a los cambios sociales y temporales, pero siempre van a seguir existiendo. No obstante, los héroes deberían de ser idealizados en la literatura y mundo imaginario porque en la realidad sería completamente erróneo. Opino más bien que en vez de seguir o buscar a figuras heroicas mirando hacia arriba, deberíamos de mirar el heroísmo dentro de cada uno de nosotros buscando así ajustar las expectativas o ideales de cada uno de nosotros. Muchos podemos decir que hemos pasado por innumerables desafíos que muestran nuestra fuerza y valentía interior o cuando hemos tomado decisiones difíciles siguiendo nuestra ética y moral. No hay héroes grandiosos, sino que estamos cada uno de nosotros siguiendo nuestros valores y eso también es heroísmo y debería de ser considerado digno de inspiración.
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