DONNA ANGELICATA: profesión ingrata.
La Donna Angelicata es el ideal de belleza femenina que predominó en la poesía renacentista, inspirado en el amor cortés, en el Dolce stil novo y en la obra de Petrarca. Este modelo no solo definía cómo se debía de ver físicamente la mujer perfecta, sino que también reunía cualidades espirituales y morales que la convertían en un ser casi divino gracias a la influencia de la figura de la Virgen María.
Para ser considerada una Donna Angelicata, una mujer debía cumplir específicas características físicas y de comportamiento. Se la describía como: cabello rubio y largo; piel blanca y suave; ojos claros (azules o verdes); labios y mejillas rosadas; y un cuerpo delgado y proporcionado.
Además de su aspecto, la Donna Angelicata debía ser virtuosa, obediente, fiel y discreta. No solo era un ideal de belleza, sino también de comportamiento, lo que limitaba el papel de la mujer en la sociedad, quien era un simple objeto de admiración y deseo, sin una consciencia propia.
Este canon se puede encontrar en el poema de Garcilaso de la Vega, en su Soneto XXIII donde describe a una mujer con “cabello de oro” y "hermoso cuello blanco" confirmando estos ideales que se tenían de la mujer perfecta.
También hay cuadros renacentistas como "El nacimiento de Venus", de Botticelli, que tiene muchas de las características mencionadas.
Además, el ideal de la Donna Angelicata no es único en la historia. Cada época y cultura ha definido su propio concepto de belleza, adaptándolo a sus valores y creencias.
Por ejemplo, la belleza en la Antigua Grecia se valoraba en un cuerpo atlético y proporcionado tanto en hombres como en mujeres. Los hombres debían tener músculos marcados, propios de atletas, y las mujeres, cuerpo delgado de caderas anchas y pechos pequeños. La belleza se asociaba con la armonía y la simetría.
Por otro lado, a diferencia del Renacimiento, donde predominaba la delicadeza y las curvas, en el Barroco se exaltaban formas más voluptuosas como mujeres con grandes pechos y caderas, que hacían uso de pelucas, perfumes, lunares pintados y peinados pomposos.
Sin embargo, hoy en día, los cánones de belleza varían según la cultura. En Occidente, la delgadez extrema fue el ideal durante años, pero recientemente han surgido tendencias que promueven cuerpos más naturales y entrenados.
En otros países como Corea del Sur, la belleza femenina se asocia con una piel pálida, ojos grandes y rostro pequeño, mientras que en Brasil o Estados Unidos se admira un cuerpo curvilíneo y tonificado.
Como podemos ver, los cánones de belleza han existido siempre y siguen evolucionando con el tiempo. Se crean según los valores de cada sociedad y muchas veces son impuestos por el arte, la moda, los medios de comunicación, etc.
De hecho, nos influyen más de lo que creemos. A lo largo de la historia, las mujeres han intentado encajar en estos modelos, a veces de manera extrema, como fue el caso de los corsés del siglo XIX, dieta que incluso resultó en mortal en alguna ocasión o las cirugías estéticas actuales. La obsesión por cumplir con un ideal inalcanzable ha generado inseguridades y problemas de autoestima.
Así que, en conclusión, opino que es importante preguntarnos quién decide lo que es bello y por qué seguimos persiguiendo modelos impuestos e inalcanzables. Tal vez la verdadera belleza no debería depender de un canon, ya que no hacen más que generar inseguridades en las mujeres que no lo cumplen, sino que debería de considerarse bello cada rasgo o característica física que nos recuerda que la belleza reside de muchas formas según la diversidad y la autenticidad de cada persona.
Comentarios
Publicar un comentario